jueves, 24 de julio de 2008

El idealismo de Rousseau y nuestro sistema Educacional


Desde los inicios del desarrollo humano se puede apreciar que la educación persigue una finalidad: satisfacer las necesidades de los individuos de una sociedad. Esto se puede ver, a modo de ejemplo, en las sociedades primitivas que, primeramente, se aplicaba un aprendizaje por imitación para poder cazar y así poder alimentarse y que posteriormente desarrollaron la agricultura y la educación en los efebos.

Pues bien vemos que la educación ha avanzado y se ha reformado. Es así como nos situamos en la educación del siglo XVI, cuya característica es la de ser reglista y su ámbito de estudio era la gramática latina, tratados de geometría, historia sagrada y profana que era entregada desde la niñez. Pero este sistema educativo es criticado por Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien denuncia los excesos de los métodos educativos, ya que transgredía a la infancia y se preocupaba de formar a un ciudadano más que a una persona, es decir, que la centralidad está en formar a una persona que esté sometida a las reglas de la sociedad mas que a un individuo socialmente libre. Esto es lo que lo inspira para escribir El Emilio y El Contrato Social.

“En el Emilio nos cuenta como debería ser una educación centrada en lo natural de la persona. Por esta razón distingue tres tipos de educación: de la naturaleza (desarrollo de nuestros órganos y de nuestras facultades innatas), de los hombres (donde se aprende a dar utilidad a las facultades de nuestro ser) y de las cosas (la experiencia de los objetos que nos afectan). Y estos tipos de educación se desarrollan a su vez en cuatro periodos y son ejecutados por los padres y si estos no están capacitados lo hará un preceptor que realmente tenga vocación de acompañar un proceso formativo.

El primer periodo de la educación (0-12 años: la niñez) se ocupa de ejercitar las facultades sensoriales y motrices. Además la moral es enseñada por medio de ejemplos y no por reglas. De esta forma el niño aprenderá lentamente, a ver que es bueno o malo. Después encontramos la segunda etapa (12-15 años: comienzo de la adolescencia) donde el aprendizaje se funda en la utilidad de los conocimientos, por ello se hace la elección de un oficio (carpintería) y la entrega de fundamentos científicos, los cuales serán utilizados en la vida practica. En tercer periodo (15-20 años: adolescencia) se hace hincapié en la razón y la formación religiosa e histórica, para mostrar como otros fueron capaces de contraponerse a las adversidades renunciando, incluso, así para lograr el fin propuesto. Esto ayudará al joven para que haga uso de la razón para dominar las pasiones y buscar el bien. Y por último se encuentra el periodo (20-25 años: adultez) en que Emilio conoce a Sofía, su futura esposa. No obstante, el preceptor, antes de matrimonio, viaja con su discípulo para conocer distintos hombres, culturas y organizaciones sociales. Así es como terminará la formación: exponiendo las ideas sobre política para convertirse en un buen hombre ciudadano.”[1]

Pues, como hemos visto la educación que nos propone Rousseau es de tipo idealista, cuyo fin es alejar al niño de la formación en la sociedad, ya que lo corrompe y lo forma para estar sometido a sus reglas. Esto es lo mismo que piensa, en cierta forma, el filósofo de la Antigua Grecia, Platón. Este amante de la filosofía expone, por medio de la alegoría de la caverna, que el mundo sensible en el cual estamos insertos no es real y es el reflejo del mundo de las ideas. Además en el mundo sensible el hombre no se encuentra completo y por ello busca en otros seres o en la sociedad la satisfacción a la necesidad de complementar su ser, con el riesgo de corromperse, ya que la sociedad no representa, necesariamente, lo que aparenta.

La propuesta de Rousseau, como dije anteriormente, es solo idealista y por ello carecen de una verdadera aplicación, integra, en la vida real. A pesar de que algunos componentes de su pensamiento se pueden descubrir en los sistemas educacionales. Tal es el caso de los diferentes niveles curriculares de la educación institucionalizada (el párvulo, el ciclo básico, la enseñanza media y la enseñanza superior) donde se entrega los conocimientos necesarios para cada una de las etapas de la vida de los niños. Pero en este tipo de educación se da lo que nos plantea Rousseau y que cree que es necesario que nos liberemos de ella, es decir, de la limitación de la libertad de la naturaleza humana, puesto que en los colegios se educa según los intereses del estado. Es por ello que la educación más que una herramienta para formar personas, es un medio para enseñar a las personas a estar oprimidas o sometidas bajo las normas de una sociedad, es decir, ciudadanos, que se comienzan a conocer el nuevo mundo, donde la información está manipulada por los poderes políticos como también por los monopolios[2], quienes a su vez han transformado la educación en un hecho empresarial más que un derecho de potencializar su capacidad de ser[3]. Por lo tanto se puede concluir que nuestra actual educación está en contra de la naturaleza de las personas, puesto que los que manejan el poder manipulan la información para dejar de lado a la persona y formar a un ciudadano, que sea capaz de adecuarse a las normas impuestas por el poder y que sepa desarrollarse como un ente altamente productivo.

Realizar un cambio de lo anterior es realizar otra utopía, ya que su realización sería difícil de alcanzar. Sin embargo, se puede realizar un aporte, ya que tenemos las herramientas educacionales para formar a las futuras generaciones, para que no se dejen manipular por quienes quieran manejar la educación y la cultura (que desaparece progresivamente y que es aplastada por otra que no es la del lugar). Tal es el caso del subsector de Filosofía que está inserto en los planes y programas de la educación de nuestro país. Desde esta área se puede enseñar a los alumnos, al igual que en El Emilio[4], la forma en que otros hombres aprendieron a pensar la vida y lo que acontece en sus realidades, haciéndose actores críticos en su desarrollo cultural.

Pero ¿por qué la importancia de ser actores críticos de nuestro desarrollo cultural? La respuesta es simple. Lo que pasa es que dentro de nuestro territorio nacional se han insertado un sin fin de asociaciones económicas que provienen del extranjero. Y ellos buscan, en cierta forma, engañarnos y hacernos tomar un estilo de vida que no es la más adecuada, es decir, que nos llevará al fin de nuestra cultura chilena. Es por ello la importancia del subsector de filosofía, ya que la “practica de la filosofía permite tomar distancia crítica de las distintas concepciones globales y reconocer la existencia de posiciones diferentes de la propia que también son susceptibles de defensa racional (lo cual, por cierto, es algo distinto de desvincularse de la propia)[5], es decir, que nos hace poner en tela de juicio todos los acontecimientos de la vida cotidiana, especialmente aquellos que atentan contra la dignidad humana y por lo tanto se buscaría la perfección del ser del hombre.

Entonces podemos concluir que en nuestra realidad la filosofía es fundamental para poder ver al mundo de un modo metafísico, es decir, ir más allá de la cosa, pero sin salir de la cosa. De esta manera se puede llegar al conocimiento real de nuestra existencia, separando de ella todo lo que pueda amedrentarla y separarla de la perfección del hombre en sociedad.
[1] Rousseau J. J., El Emilio o de la Educación, editorial Alianza, 2003.
[2] Giroux H, Cultura, política y práctica educativa, Ed. Graó, España. 2001.
[3] Aristóteles, Metafísica de Aristóteles, Ed Gredos, España. 1990. Libro I.
[4] Rousseau J. J. El Emilio o de la Educación, Editorial Alianza, 2003.
[5] MINEDUC, Filosofía y Psicología. Programa de Estudio Cuarto Año Medio. Imp. GráficAndes. 2001. pp 11.

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